
El fin de semana del 1 y
2 de marzo se celebró en el Círculo de Bellas Artes el V Congreso
de Educación Infantil organizado por Ameigi (la
asociación madrileña de escuelas infantiles de gestión indirecta),
con el objetivo de potenciar la formación de educadores y
educadoras, y mejorar la situación presente de las escuelas y los
niños. Con el lema
“Educación y Respeto”
se presentaron cinco ponencias realmente enriquecedoras:
- “El respeto en los cuidados del niño desde la perspectiva Pikler” A cargo de Jutka Kelemen , educadora del instituto Lóczy y miembro de la Fundación Lóczy por los Niños.
- “Tejiendo puentes de respeto entre la familia y la escuela, desde la pedagogía sistémica” A cargo de José Carlos Pascual, pedagogo y docente del Master de Pedagogía Sistémica.
- “El concepto de autonomía/dependencia, desde la perspectiva Pikler.” A cargo de Jutka Kelemen.
- “Respeto a la acción de los niños en los espacios exteriores: el jardín” A cargo de Carme Cols y Pitu Frenández, maestros y miembros de la Asociación Rosa Senat.
- “El trabajo en equipo como fuente del conocimiento en la educación” A cargo de Gino Ferri, maestro de la Escuela Reggio Emilia.
Por
una serie de casualidades tuve la suerte de poder asistir a este
congreso, y tras dos intensos días de información muy variada y muy
valiosa salí convencida de que debía hacer al menos un par de
entradas para el blog sobre el congreso. Mis conclusiones principales
fueron que aun tengo mucho que aprender en el campo de la educación
infantil, y que si quiero realmente sorprenderme y descubrir cosas
nuevas en esto, no puedo limitarme a la universidad, tengo que
asistir a mas congresos como este, estar al día, y sobre todo
indagar. Si alguno de mis compañeros lee esta entrada o la de
Pedagogía sistémica, le daré un consejo, que no se quede sólo con
lo que lea en el blog. Voy a poner una serie de palabras o nombres en
negrita que merecerían su propia entrada, pero que por falta de
tiempo va a ser imposible desarrollar. Os invito a busquéis esos
nombres o palabras en internet y que indaguéis. Os aseguro que no
os decepcionará lo que vais a encontrar, es más os va a animar a
seguir buscando más información.
Bueno,
me dejo de misterios y sigo con la primera entrada del congreso. He
elegido dos ponencias que me han parecido las más interesantes y más
relacionadas con la acción y orientación tutorial. La de José
Carlos Pascual,“Tejiendo puentes de respeto entre la familia y la
escuela, desde la pedagogía sistémica”, por ser los padres uno de
los elementos con los que trabaja más habitualmente un tutor en
infantil, y luego he optado por “El respeto en los cuidados del
niño desde la metodología Pikler”. He elegido esta última porque
no tenía ni idea de lo que era la metodología Pikler, y ahora estoy
fascinada por esta nueva forma de educar, espero que a vosotros
también os interese. Además elegí esta ponencia porque en la etapa
0-3, los cuidados son la forma de “tutorizar” que podemos poner
en práctica con nuestros niños, según la Pikler, los momentos de
cuidados son tan válidos como cualquier otro dentro del aula para
establecer lazos educativos y emotivos con los niños, puesto que el
niño nunca deja de aprender, y todo le parece valiosos para la
formación de su personalidad y su inteligencia.
Antes
de contaros lo que escuché en la ponencia os pondré un poco en
antecedentes sobre el “mundo Pikler”, al principio a mi también
me sonaba a chino, pero es muy interesante.
Emmi
Pikler fue
una medico pediatra de Budapest, allá por los años treinta.
Defendía una crianza del niño que favoreciese desde el principio su
autonomía, considerándolo un ser capaz y competente. Se puso al
frente de una casacuna en la calle Lóczy,
donde comenzó a poner en marcha sus ideas, dando lugar a una nueva
metodología en la educación infantil. Emmi
Pikler y sus colaboradoras permitirán a los niños establecer
vínculos cálidos con sus cuidadoras, gracias a una atención
exclusiva, ofrecida a cada uno durante los cuidados, a una coherencia
en la vida cotidiana, a una estabilidad de los adultos y a las
respuestas finamente adaptadas a las necesidades individuales.
Gracias a este trato el niño se siente digno, valioso, importante
para los demás, y va desarrollando su personalidad en torno a esta
idea de respeto, ya que aprende que, al igual que él lo recibe, los
que le rodean lo merecen. Esta idea, llevada a gran escala, crea un
ambiente de entendimiento y confianza pacifico, donde los niños se
sienten a gusto para emprender su aprendizaje de forma autónoma,
acompañados por sus cuidadoras-formadoras. Con el tiempo la casacuna
se transformó en lo que hoy es el Instituto Lóczy, en el que se
enseña a las maestras y maestros estas ideas y se educa a los niños
bajo estas directrices. Explicado un poco de dónde viene la Pikler
paso a contaros lo que escuché en la ponencia.
Jutka
Kelmen , que es educadora de 0-3 en el instituto Lóczy, comenzó a
hablarnos de las diferentes maneras de conseguir el respeto. Una de
ellas, de las más usadas con los niños, aunque parezca mentira es
por la fuerza. Se prohíbe o se coarta la libertad del niño porque
los padres o cuidadores son más fuertes o tienen una posición
jerárquicamente más elevada. En Pikler eso está absolutamente
prohibido. En vez de eso tratan de transmitir al niño las
necesidades de la cuidadora o de la situación para que sean
comprendidas y aceptadas, y, sorprendentemente, funciona. Por
supuesto que no funciona el primer día. Los niños de Lóczy llevan
un proceso muy lento y muy constante desde que entran en la escuela,
dónde el periodo
de adaptación
es la clave para que todo salga bien. Las rutinas y las fórmulas del
lenguaje son otro punto clave, ser honesto y coherente con la actitud
hacia los niños y preocuparse por los intereses que despierta el
proceso más que por los resultados.
En
Pikler a las maestras se las llama continuamente cuidadoras, pero
lejos de ser un nombre que disminuya sus funciones formativas o
educativas, para ellos es una especie de plus del maestro, porque
para esta metodología cuidar ya es educar, y a la inversa. Para
entenderlo mejor Jutka nos iba explicando cada paso de una tarea
rutinaria en su escuela, el cambio de pañales y la preparación para
salir a dormir al patio (si, en Hungría duermen en el patio, con la
nieve y el frío, y les va genial). Nos dijo que los cuidados
habituales como cambios de pañal, vestir, dar de comer...a menudo se
hacen con poco respeto hacia los niños, de manera mecánica y sólo
con el fin de cubrir sus necesidades fisiológicas, generalmente por
falta de tiempo, pero también de interés. En Lóczy piensan que hay
que darles tiempo a los niños para entender qué está ocurriendo.
“El respeto no debe ser forzado, sino merecido” decía Baltasar
Gracián.
Y para merecer el respeto de los niños, estos deben sentir que son
importantes para el adulto, que cuentan algo en todos estos procesos,
que no son muñecos o marionetas, quieren ser partícipes de lo que
les está pasando. Pero, ¿como sabe un niño que es importante y se
le toma en serio? El las escuelas Pikler utilizan un montón de
recursos en cada acción rutinaria que le demuestran que es parte del
proceso de lo que va a suceder, que es el protagonista de ese
momento, y que como tal, la cuidadora entiende que tenga iniciativas
y curiosidad, incluso que le pueda gustar más o menos llevar a cabo
esta rutina.
Para
empezar el recibimiento en la escuela es muy personal. Se le pregunta
que tal en casa, se habla con los padres, pero a la altura del niño,
no sobre su cabeza, para que él vea que se está hablando de él,
pero con él, y que si lo desea puede participar. Cada niño tiene su
silla personal, esta silla le pertenece y nadie la usa incluso cuando
él no está. Los estantes de juguetes están preparados a su altura,
y los juguetes que contienen están elegidos personalmente según las
necesidades y los gustos de cada niño, dependiendo de la etapa en la
que se encuentre ( si está en la etapa de manipular habrá muchos
juguetes de apilar o de ordenar por tamaños, y si está en la de
verticalizarse habrá juguetes que rueden o que haya que sujetar con
las dos manos para jugar).
La
cuidadoras tratan de saber qué quiere el niño en cada momento,
poniendo atención en sus momentos de cuidado, de forma individual.
Intentan respetar su voluntad minimizando las prohibiciones. No
limitan sus movimientos en las mesas de cambio (mesas especiales
grandes con tres barandillas altas de seguridad), de esta manera los
niños pueden moverse libremente durante el proceso de cambio de
pañal, lo que además de transmitirles que se respeta su postura,
les permite ganar autonomía rápidamente en el campo de la
motricidad.
El
horario es diferente para cada niño, y depende de sus necesidades
individuales. Esto es un poco complicado para la escuela, pero
también es una demostración de respeto. Se trata de respetar los
horarios que los niños traen de casa, permitirles descansar cuando
tienen sueño o darles la comida cuando es su hora habitual. No comen
juntos ni de la misma manera, unos lo hacen sentados, otros en
brazos, otros en el pupitre... Los niños duermen al aire libre, como
he dicho antes, y tienen su propia cuna, siempre la misma. Para
dormir se les cubre de ropa y se les pone gorro y manta, además se
les acompaña de su objeto de apego, que puede ser cualquier cosa,
desde un muñeco hasta un biberón, y al acostarles les dicen “Ahora
me voy y luego volveré a buscarte y nos veremos otra vez”, para
que el niño sepa en todo momento lo que está pasando y lo que va a
pasar.
Los
momentos de aseo se eligen cuidadosamente, por ejemplo, se trata de
hacer los cambios de pañales después de comer, ya que , como dice
Jutka, “con la barriga llena el mundo es más amable”, se está
más positivo y es más fácil aceptar las peticiones del adulto.
Se
trata de que el niño reciba los cuidados con placer, de que se
sienta aceptado como persona. Se tiene en cuenta si ese día está
triste, por ejemplo. Se debe tener una actitud que dé al niño una
visión positiva de si mismo. Si la cuidadora nota sus iniciativas
esto le hará sentirse participe de los acontecimientos.
Como
dice Anna
Tardos
(hija de Emmi Pikler y directora del Instituto Lóczy) “El cuidado
es un encuentro”. Se debe hablar a los niños durante los cuidados
y prepararles para lo que va a ocurrir. Por ejemplo, durante el
cambio de pañal enunciar cada paso y respetar las posturas del niño,
solicitar su colaboración sin ningún conflicto.
Como os he dicho antes, no se debe prohibir para acortar el tiempo del
cuidado, debemos respetar los intereses del niño, no reprimir su
curiosidad. Sus objetivos no suelen ser recibir los cuidados, sino
explorar y experimentar en todo momento. Hay que aceptar que en
ocasiones el niño no quiere prestar atención a la acción del
cuidado.
Debe
existir comunicación entre cuidadora y niño. En vez de prohibir se
puede aconsejar o mostrar al niño otra opción de conducta más
positiva, sin marcar ni dar instrucciones. Ayudar al niño a cooperar
con el adulto hace que la relación sea más placentera.
Otra
cosa que no se debe hacer y se hace habitualmente es quitar a un niño
algo de las manos por la fuerza. Hay que pedirle que nos lo dé e
insistir en hacerle comprender la necesidad de entregar el objeto a la cuidadora o dejarlo en su lugar. Esto es enseñar con el ejemplo
para que no le quite las cosas a los otros niños. Como veis se
necesita muchísima paciencia.
Permitir
que el niño exprese sus sentimientos negativos hacia algo también
es una forma de respeto. Si les escuchamos los niños se sienten
comprendidos y valorados.
La
honestidad es otra de las claves. Debemos cumplir siempre con nuestra
palabra, hacer lo que hemos dicho que vamos a hacer, esto les genera
confianza y seguridad.
Las
costumbres que se traen de casa se respetan al máximo, mientras no
entorpezcan el desarrollo normal del niño. Así se demuestra que el
niño es importante para su cuidadora, que no es uno más. Si estas
costumbres entorpecen el camino hacia la autonomía, como dormir en
brazos, aun así deben respetarse al principio, y ir cambiándolas
con el paso del tiempo muy lentamente.
Con
estas palabras terminó la ponencia de Jutka Kelement. Después de
esto os podéis imaginar lo animado que estuvo el turno de preguntas,
tanto que no dio tiempo a resolver todas las dudas y durante el café
un montón de personas la rodeaban a ella y a la traductora. Os haré
un par de aclaraciones que puede que resuelvan algunas de vuestras
preguntas. El instituto Lóczy es privado, los padres deciden educar
a sus hijos en esta especial escuela. No he podido encontrar los
precios en ninguna parte pero barato no creo que sea. El ratio de
niños por cuidadora es de 6 a uno. Estas premisas cambian
totalmente la idea de lo que podemos conseguir en un aula normal en
España. A algunas maestras se les cambiaba la cara e incluso se
reían (por no llorar) cuando oían a Jutka hablar de la
individualidad, de darles tiempo a los niños, de dejarles que
alcancen poco a poco su autonomía...ellas, que han inventado
sistemas para optimizar el tiempo al máximo, como una postura genial
para cambiar pañales de pie en filas, ellas que dan de comer a dos
niños a la vez y hasta a tres o cuatro si hace falta, y que luchan
con los elementos para que los niños alcancen esa verticalidad que
tanto exigen los padres, por comodidad o por orgullo personal. En
conclusión, las maestras (o futuras maestras como yo) salimos con la
idea de que hay que seguir luchando por la utopía de que la calidad
de la educación de nuestros niños no dependa ni del tiempo, ni del
dinero, ni de los caprichos de una sociedad que lo quiere todo
rápido, perfecto y sin esfuerzo.
Os
dejo algunos enlaces por si queréis saber más de como funcionan en
el Instituto Lóczy:
No hay comentarios:
Publicar un comentario