lunes, 1 de abril de 2013

V Congreso Ameigi Parte I. Metodología Pikler.


El fin de semana del 1 y 2 de marzo se celebró en el Círculo de Bellas Artes el V Congreso de Educación Infantil organizado por Ameigi (la asociación madrileña de escuelas infantiles de gestión indirecta), con el objetivo de potenciar la formación de educadores y educadoras, y mejorar la situación presente de las escuelas y los niños. Con el lema “Educación y Respeto” se presentaron cinco ponencias realmente enriquecedoras:
  • El respeto en los cuidados del niño desde la perspectiva Pikler” A cargo de Jutka Kelemen , educadora del instituto Lóczy y miembro de la Fundación Lóczy por los Niños.
  • Tejiendo puentes de respeto entre la familia y la escuela, desde la pedagogía sistémica” A cargo de José Carlos Pascual, pedagogo y docente del Master de Pedagogía Sistémica.
  • El concepto de autonomía/dependencia, desde la perspectiva Pikler.” A cargo de Jutka Kelemen.
  • Respeto a la acción de los niños en los espacios exteriores: el jardín” A cargo de Carme Cols y Pitu Frenández, maestros y miembros de la Asociación Rosa Senat.
  • El trabajo en equipo como fuente del conocimiento en la educación” A cargo de Gino Ferri, maestro de la Escuela Reggio Emilia.
Por una serie de casualidades tuve la suerte de poder asistir a este congreso, y tras dos intensos días de información muy variada y muy valiosa salí convencida de que debía hacer al menos un par de entradas para el blog sobre el congreso. Mis conclusiones principales fueron que aun tengo mucho que aprender en el campo de la educación infantil, y que si quiero realmente sorprenderme y descubrir cosas nuevas en esto, no puedo limitarme a la universidad, tengo que asistir a mas congresos como este, estar al día, y sobre todo indagar. Si alguno de mis compañeros lee esta entrada o la de Pedagogía sistémica, le daré un consejo, que no se quede sólo con lo que lea en el blog. Voy a poner una serie de palabras o nombres en negrita que merecerían su propia entrada, pero que por falta de tiempo va a ser imposible desarrollar. Os invito a busquéis esos nombres o palabras en internet y que indaguéis. Os aseguro que no os decepcionará lo que vais a encontrar, es más os va a animar a seguir buscando más información.
Bueno, me dejo de misterios y sigo con la primera entrada del congreso. He elegido dos ponencias que me han parecido las más interesantes y más relacionadas con la acción y orientación tutorial. La de José Carlos Pascual,“Tejiendo puentes de respeto entre la familia y la escuela, desde la pedagogía sistémica”, por ser los padres uno de los elementos con los que trabaja más habitualmente un tutor en infantil, y luego he optado por “El respeto en los cuidados del niño desde la metodología Pikler”. He elegido esta última porque no tenía ni idea de lo que era la metodología Pikler, y ahora estoy fascinada por esta nueva forma de educar, espero que a vosotros también os interese. Además elegí esta ponencia porque en la etapa 0-3, los cuidados son la forma de “tutorizar” que podemos poner en práctica con nuestros niños, según la Pikler, los momentos de cuidados son tan válidos como cualquier otro dentro del aula para establecer lazos educativos y emotivos con los niños, puesto que el niño nunca deja de aprender, y todo le parece valiosos para la formación de su personalidad y su inteligencia.

Antes de contaros lo que escuché en la ponencia os pondré un poco en antecedentes sobre el “mundo Pikler”, al principio a mi también me sonaba a chino, pero es muy interesante.
Emmi Pikler fue una medico pediatra de Budapest, allá por los años treinta. Defendía una crianza del niño que favoreciese desde el principio su autonomía, considerándolo un ser capaz y competente. Se puso al frente de una casacuna en la calle Lóczy, donde comenzó a poner en marcha sus ideas, dando lugar a una nueva metodología en la educación infantil. Emmi Pikler y sus colaboradoras permitirán a los niños establecer vínculos cálidos con sus cuidadoras, gracias a una atención exclusiva, ofrecida a cada uno durante los cuidados, a una coherencia en la vida cotidiana, a una estabilidad de los adultos y a las respuestas finamente adaptadas a las necesidades individuales. Gracias a este trato el niño se siente digno, valioso, importante para los demás, y va desarrollando su personalidad en torno a esta idea de respeto, ya que aprende que, al igual que él lo recibe, los que le rodean lo merecen. Esta idea, llevada a gran escala, crea un ambiente de entendimiento y confianza pacifico, donde los niños se sienten a gusto para emprender su aprendizaje de forma autónoma, acompañados por sus cuidadoras-formadoras. Con el tiempo la casacuna se transformó en lo que hoy es el Instituto Lóczy, en el que se enseña a las maestras y maestros estas ideas y se educa a los niños bajo estas directrices. Explicado un poco de dónde viene la Pikler paso a contaros lo que escuché en la ponencia.

Jutka Kelmen , que es educadora de 0-3 en el instituto Lóczy, comenzó a hablarnos de las diferentes maneras de conseguir el respeto. Una de ellas, de las más usadas con los niños, aunque parezca mentira es por la fuerza. Se prohíbe o se coarta la libertad del niño porque los padres o cuidadores son más fuertes o tienen una posición jerárquicamente más elevada. En Pikler eso está absolutamente prohibido. En vez de eso tratan de transmitir al niño las necesidades de la cuidadora o de la situación para que sean comprendidas y aceptadas, y, sorprendentemente, funciona. Por supuesto que no funciona el primer día. Los niños de Lóczy llevan un proceso muy lento y muy constante desde que entran en la escuela, dónde el periodo de adaptación es la clave para que todo salga bien. Las rutinas y las fórmulas del lenguaje son otro punto clave, ser honesto y coherente con la actitud hacia los niños y preocuparse por los intereses que despierta el proceso más que por los resultados.
En Pikler a las maestras se las llama continuamente cuidadoras, pero lejos de ser un nombre que disminuya sus funciones formativas o educativas, para ellos es una especie de plus del maestro, porque para esta metodología cuidar ya es educar, y a la inversa. Para entenderlo mejor Jutka nos iba explicando cada paso de una tarea rutinaria en su escuela, el cambio de pañales y la preparación para salir a dormir al patio (si, en Hungría duermen en el patio, con la nieve y el frío, y les va genial). Nos dijo que los cuidados habituales como cambios de pañal, vestir, dar de comer...a menudo se hacen con poco respeto hacia los niños, de manera mecánica y sólo con el fin de cubrir sus necesidades fisiológicas, generalmente por falta de tiempo, pero también de interés. En Lóczy piensan que hay que darles tiempo a los niños para entender qué está ocurriendo. “El respeto no debe ser forzado, sino merecido” decía Baltasar Gracián. Y para merecer el respeto de los niños, estos deben sentir que son importantes para el adulto, que cuentan algo en todos estos procesos, que no son muñecos o marionetas, quieren ser partícipes de lo que les está pasando. Pero, ¿como sabe un niño que es importante y se le toma en serio? El las escuelas Pikler utilizan un montón de recursos en cada acción rutinaria que le demuestran que es parte del proceso de lo que va a suceder, que es el protagonista de ese momento, y que como tal, la cuidadora entiende que tenga iniciativas y curiosidad, incluso que le pueda gustar más o menos llevar a cabo esta rutina.
Para empezar el recibimiento en la escuela es muy personal. Se le pregunta que tal en casa, se habla con los padres, pero a la altura del niño, no sobre su cabeza, para que él vea que se está hablando de él, pero con él, y que si lo desea puede participar. Cada niño tiene su silla personal, esta silla le pertenece y nadie la usa incluso cuando él no está. Los estantes de juguetes están preparados a su altura, y los juguetes que contienen están elegidos personalmente según las necesidades y los gustos de cada niño, dependiendo de la etapa en la que se encuentre ( si está en la etapa de manipular habrá muchos juguetes de apilar o de ordenar por tamaños, y si está en la de verticalizarse habrá juguetes que rueden o que haya que sujetar con las dos manos para jugar).
La cuidadoras tratan de saber qué quiere el niño en cada momento, poniendo atención en sus momentos de cuidado, de forma individual. Intentan respetar su voluntad minimizando las prohibiciones. No limitan sus movimientos en las mesas de cambio (mesas especiales grandes con tres barandillas altas de seguridad), de esta manera los niños pueden moverse libremente durante el proceso de cambio de pañal, lo que además de transmitirles que se respeta su postura, les permite ganar autonomía rápidamente en el campo de la motricidad.
El horario es diferente para cada niño, y depende de sus necesidades individuales. Esto es un poco complicado para la escuela, pero también es una demostración de respeto. Se trata de respetar los horarios que los niños traen de casa, permitirles descansar cuando tienen sueño o darles la comida cuando es su hora habitual. No comen juntos ni de la misma manera, unos lo hacen sentados, otros en brazos, otros en el pupitre... Los niños duermen al aire libre, como he dicho antes, y tienen su propia cuna, siempre la misma. Para dormir se les cubre de ropa y se les pone gorro y manta, además se les acompaña de su objeto de apego, que puede ser cualquier cosa, desde un muñeco hasta un biberón, y al acostarles les dicen “Ahora me voy y luego volveré a buscarte y nos veremos otra vez”, para que el niño sepa en todo momento lo que está pasando y lo que va a pasar.
Los momentos de aseo se eligen cuidadosamente, por ejemplo, se trata de hacer los cambios de pañales después de comer, ya que , como dice Jutka, “con la barriga llena el mundo es más amable”, se está más positivo y es más fácil aceptar las peticiones del adulto.
Se trata de que el niño reciba los cuidados con placer, de que se sienta aceptado como persona. Se tiene en cuenta si ese día está triste, por ejemplo. Se debe tener una actitud que dé al niño una visión positiva de si mismo. Si la cuidadora nota sus iniciativas esto le hará sentirse participe de los acontecimientos.
Como dice Anna Tardos (hija de Emmi Pikler y directora del Instituto Lóczy) “El cuidado es un encuentro”. Se debe hablar a los niños durante los cuidados y prepararles para lo que va a ocurrir. Por ejemplo, durante el cambio de pañal enunciar cada paso y respetar las posturas del niño, solicitar su colaboración sin ningún conflicto.
Como os he dicho antes, no se debe prohibir para acortar el tiempo del cuidado, debemos respetar los intereses del niño, no reprimir su curiosidad. Sus objetivos no suelen ser recibir los cuidados, sino explorar y experimentar en todo momento. Hay que aceptar que en ocasiones el niño no quiere prestar atención a la acción del cuidado.
Debe existir comunicación entre cuidadora y niño. En vez de prohibir se puede aconsejar o mostrar al niño otra opción de conducta más positiva, sin marcar ni dar instrucciones. Ayudar al niño a cooperar con el adulto hace que la relación sea más placentera.
Otra cosa que no se debe hacer y se hace habitualmente es quitar a un niño algo de las manos por la fuerza. Hay que pedirle que nos lo dé e insistir en hacerle comprender la necesidad de entregar el objeto a la cuidadora o dejarlo en su lugar. Esto es enseñar con el ejemplo para que no le quite las cosas a los otros niños. Como veis se necesita muchísima paciencia.
Permitir que el niño exprese sus sentimientos negativos hacia algo también es una forma de respeto. Si les escuchamos los niños se sienten comprendidos y valorados.
La honestidad es otra de las claves. Debemos cumplir siempre con nuestra palabra, hacer lo que hemos dicho que vamos a hacer, esto les genera confianza y seguridad.
Las costumbres que se traen de casa se respetan al máximo, mientras no entorpezcan el desarrollo normal del niño. Así se demuestra que el niño es importante para su cuidadora, que no es uno más. Si estas costumbres entorpecen el camino hacia la autonomía, como dormir en brazos, aun así deben respetarse al principio, y ir cambiándolas con el paso del tiempo muy lentamente.

Con estas palabras terminó la ponencia de Jutka Kelement. Después de esto os podéis imaginar lo animado que estuvo el turno de preguntas, tanto que no dio tiempo a resolver todas las dudas y durante el café un montón de personas la rodeaban a ella y a la traductora. Os haré un par de aclaraciones que puede que resuelvan algunas de vuestras preguntas. El instituto Lóczy es privado, los padres deciden educar a sus hijos en esta especial escuela. No he podido encontrar los precios en ninguna parte pero barato no creo que sea. El ratio de niños por cuidadora es de 6 a uno. Estas premisas cambian totalmente la idea de lo que podemos conseguir en un aula normal en España. A algunas maestras se les cambiaba la cara e incluso se reían (por no llorar) cuando oían a Jutka hablar de la individualidad, de darles tiempo a los niños, de dejarles que alcancen poco a poco su autonomía...ellas, que han inventado sistemas para optimizar el tiempo al máximo, como una postura genial para cambiar pañales de pie en filas, ellas que dan de comer a dos niños a la vez y hasta a tres o cuatro si hace falta, y que luchan con los elementos para que los niños alcancen esa verticalidad que tanto exigen los padres, por comodidad o por orgullo personal. En conclusión, las maestras (o futuras maestras como yo) salimos con la idea de que hay que seguir luchando por la utopía de que la calidad de la educación de nuestros niños no dependa ni del tiempo, ni del dinero, ni de los caprichos de una sociedad que lo quiere todo rápido, perfecto y sin esfuerzo.


Os dejo algunos enlaces por si queréis saber más de como funcionan en el Instituto Lóczy:



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