sábado, 4 de mayo de 2013

V Congreso Ameigi Parte II. Pedagogía Sistémica


Tejiendo puentes de respeto entre la familia y la escuela desde la Pedagogía Sistémica


Esta entrada es la segunda que hago sobre el V Congreso de Educación Infantil de Ameigi, cuyo lema este año era “Educación y respeto”. La primera la tenéis en el blog y es la que habla de la metodología Pikler. Al igual que en la entrega anterior, incluyo muchos datos sobre los que no me ha sido posible profundizar por falta de tiempo. Los nombres en negrita merecerían su propia entrada, os animo a que los busquéis en internet, o a que le echéis un vistazo a algunos enlaces que he dejado al final de la entrada, espero que os sean de interés.

En esta entrega os cuento lo que escuché en la ponencia de José Carlos Pascual, profesor del master de pedagogía sistémica en Madrid, maestro desde hace más de 20 años y, como él mismo pone en su curriculum, padre.
Antes de empezar os explico un poco en que consiste la PS (pedagogía sistemática). Según su página web (www.pedagogiasistemicamadrid.es ), que os aconsejo que visitéis si tenéis un momento, “es un enfoque basado en las relaciones y vínculos que se generan entre la escuela y las familias siendo los alumnos el nexo de unión entre estos dos sistemas”. Así dicho suena muy complicado pero, después de leer esta entrada, espero que podáis explicarlo con vuestras palabras y sobre todo practicarlo, en la medida de lo posible.
La ponencia comenzó con una frase de Angélica Olvera, profesora del centro CUDEC en México y pionera de la PS : “SOLO UN CORAZÓN AGRADECIDO APRENDE”. Esta sencilla frase es la base de esta metodología, basada en el respeto a las familias y la comprensión hacia las diferentes maneras de vivir y de entender la educación. La PS sólo pretende aportar sobre lo que ya existe, no anularlo. Es un enfoque complementario para tomar de él lo que se quiera.
Bert Hellinger
Lo primero que nos dice el ponente es que cerremos los ojos y que nos pongamos cómodos, en una posición relajada. Desde ahí nos pide visualizarnos a nosotros mismos junto a los padres de uno de nuestros alumnos, cualquiera, y que nos fijemos en dónde nos hemos ubicado en el espacio. Bert Hellinger, filósofo y psicoterapeuta alemán, y creador del sistema de terapia familiar “constelaciones familiares”, nos dice que en un orden jerárquico correcto primero están los padres, luego los niños y luego los maestros.
Después nos pide lo mismo, pero esta vez nos situaremos al lado de nuestros propios padres. Al abrir los ojos y recapacitar nos damos cuenta de la importancia de la ubicación, tanto física como simbólica, que elegimos respecto de unas u otras personas. Según la PS los profesores deben estar al servicio de los padres, y no sobre ellos. Los padres eligen a los maestros y ellos les representan ante sus hijos.
No podemos cambiar a los padres de nuestros alumnos. Debemos respetarles y ayudarles. Teniendo en cuenta el orden expuesto anteriormente, el “ayudador-maestro”, debe colocarse siempre en el último lugar. Si nos ponemos delante de las familias, desde este lugar se va a hacer muy difícil la ayuda, sobretodo por parte del receptor. Puede resultar incómodo al principio, pero es desde el último lugar, desde el que se consiguen mejores resultados, que al final es nuestro objetivo, mejorar lo que ya existe.
Marianne Franke
La familia pertenece al sistema escolar, aunque no esté dentro de la escuela. Nos dice Marianne Franke, maestra alemana que practica la PS, que cuando ve a sus alumnos en el aula, detrás de ellos ve a sus padres. La familia es fundamental, sobretodo en las primeras etapas de la escuela. ”Un niño quiere a sus padres sean como sean, y no al maestro”(Bert Hellinger). Primero quiere a sus padres, y luego, si el maestro está en sintonía con ellos y les respeta, también le querrán. Cualquier maestro que se considere mejor o quiera sustituir a unos padres ya a perdido a su alumno.
Si confiamos en la familia, la familia confiará en nosotros. Si el maestro no ve con buenos ojos a la familia, la familia no va a dejar que el niño participe al cien por cien en la escuela. Por “lealtad” el niño va a estar siempre al lado de sus padres. Ante situaciones difíciles, siempre hay que respetar a las familias. Esto no significa que uno tenga que estar de acuerdo con ellos, significa que estamos en un contexto ajeno a la familia, y que no podemos en ningún caso entrometernos (ya sé que al leer esto va ha haber mucha controversia, pero de momento me limito a contaros lo que nos dijo José Carlos Pascual) La PS pretende hacer de la escuela un lugar de encuentro donde los padres expresen sus preocupaciones y necesidades y se sientan escuchados. A veces esto genera recelo en los maestros. Que los padres tengan una actitud participativa y constructiva en la escuela no significa que deban decirnos como hacer nuestro trabajo.
Dado que los entornos educativos son cada vez más multiculturales, debemos incluir lo que cada alumno traiga consigo, sin que ello prevalezca sobre lo que es nuestro sistema escolar. Los niños deben percibir que lo que ellos tienen está bien, que su cultura está bien. Se trata de dar un lugar, integrar y reconocer a todos en el aula, así los niños y sus padres se sentirán acogidos y no atacados. Se trata de generar acuerdos entre padres y profesores y caminar de la mano.
En los tiempos que vivimos existen muchos nuevos modelos de familia. Los niños y los padres deben percibir que para nosotros todo es válido, sean cuales sean los valores personales del maestro. Deben sentir que son comprendidos, aceptados y tenidos en cuenta, todos por igual. Si todo lo que no se ajuste a los valores familiares del maestro en el aula está mal, van a aparecer muchas dificultades para relacionarse con ciertas familias. Tenemos que estar abiertos a respetar. Debemos conocer y comprender los contextos familiares de nuestros alumnos: familias monoparentales, adopciones, padres del mismo sexo, niños que pasan casi todo el día con los abuelos...
Conociendo la situación que ocupa cada niño en su familia podemos entender muchos comportamientos del aula. Por ejemplo, un niño muy activo y distraído, tiende a ser etiquetado como niño con TDAH, pero si conocemos mejor su contexto veremos que posiblemente este niño sea hijo único de una familia que le tiene sobre estimulado. Esto significa que el niño está acostumbrado a recibir muchos estímulos a la vez (los padres, los abuelos, los tíos...) y a atender a muchas demandas. Al entrar en el aula este ritmo disminuye y el niño se ve obligado a focalizar su atención en un solo punto, el maestro. Entonces le faltan estímulos, los busca y se distrae. Conocer el lugar que ocupa cada niño en el contexto familiar es fundamental para una buena atención y un trato personalizado por parte del maestro.
Los niños son muy sensibles a lo que ocurre dentro de la familia, y lo expresan en el aula. Debemos percibirlo y trabajar con ello desde el respeto. No tenemos que solucionar los problemas del alumno, sino incluirlos y reconocerlos. ( De nuevo controversia, lo sé, yo también me quedé un poco sorprendida con esto)
No debemos hacer juicios sobre las familias ni intentar cambiarlas, si aceptamos a esa familia con el problema que tiene, conseguiremos que no se ponga a la defensiva con nosotros. Aunque no digamos nada, si tenemos reservas con una situación o una familia, el lenguaje no verbal va a manifestarlo, y la otra persona percibirá perfectamente esa actitud y se sentirá incómoda desde el primer momento. Es una tentación querer cambiar las cosas, pero debemos comprender que es una batalla perdida.(Otra cosa de la que os hablaré luego en la reflexión final)
Las entrevistas con las familias son el momento en el que padres y maestros entran en contacto directo, y hay que tener en cuenta ciertos datos, aparentemente no muy perceptibles, que nos ayudarán a mejorar las relaciones y los resultados de estas. La ubicación es fundamental como hemos visto al principio. Debemos poner a los padres a nuestra derecha, que es un lugar prioritario, y tratar de eliminar cualquier barrera física que nos separe, como una mesa. Es mejor sentarse en posición lineal o circular. Es importante mantener una escucha activa, hablar asertivamente y no emitir juicios, no “reñir” a los padres al hablar del problema. Tratar de cultivar los vínculos con las familias y tender puentes. Si estos puentes no existen los niños se pierden porque cada parte le dirá cosas distintas. Si esto no funciona bien, el niño puede sentir que para aprender tiene que
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“traicionar la lealtad a su familia”. Como hemos dicho antes, un niños siempre será leal a sus padres. Maestros y familia debemos mirar hacia un mismo punto, el niño. No debemos atender a las familias con prisa. Hay que empezar hablando de los aspectos positivos y abrir una vía de confianza, proponer tareas conjuntas, establecer pautas de actuación y dejar claro qué se va a hacer y quién lo va a hacer, y hacer un seguimiento del acuerdo. Ante todo los padres deben irse con el sentimiento de que pueden estar tranquilos y de que han dejado a su hijo en buena manos.
Finalmente la PS dice que los maestros debemos empezar por trabajar con nuestros propios trastornos. Conocernos, aceptarnos y resolver nuestros puntos débiles en la medida de lo posible para trabajar mejor en la escuela. Por ejemplo, si hemos tenido un mal divorcio y no tenemos buena relación con nuestra ex-mujer, ¿de qué manera vamos a tratar a la madre de un niño que está en trámites de separarse? No debemos dejar que nuestros prejuicios o nuestras frustraciones influyan en la relación que tenemos con nuestros alumnos o con sus familias.

Después de la ponencia se abrió el turno de preguntas, donde la mayoría iban dirigidas a qué hacer ante casos graves o más extremos, como falta de higiene continuada, malnutrición, niños en situaciones de violencia familiar, etc. Ante estas situaciones, José Carlos insistía que ante todo se debe respetar la situación de las familias y que no se debe juzgar ni intervenir, que ese no es nuestro trabajo. Esta postura es admirable, en cuanto a que deben darse oportunidades de igualdad para que una familia normalice su situación, o viva según sus propias normas, pero ¿dónde ponemos el límite? ¿debemos sacrificar el bienestar físico y psicológico de un niño de esta edad por respetar la intimidad o las costumbres de una familia? Para mi la respuesta es no. Creo que una situación tan extrema a esta edad puede marcar a un niño de por vida y no me parece justo. Intentar solucionar lo que está claramente mal, no es una batalla perdida para mi. El maestro debe velar por el bienestar del alumno en primer lugar, y después por el de la familia. Una de las labores de un maestro de infantil es observar el comportamiento de sus alumnos y descubrir si hay algún problema para atajarlo cuanto antes. Si bien es cierto que no es el maestro quien debe intervenir directamente con las familias, sino el orientador, o en casos más extremos, los servicios sociales, si creo que es el responsable de dar la voz de alarma, primero a los padres, para que pongan fin a esa situación dañina para su hijo, y si estos no lo hacen, a los profesionales competentes. No se pueden dejar pasar las cosas como si no pasase nada o como si se fueran a solucionar solas, porque día a día van haciendo mella en el niño hasta dejarle una huella imborrable.

Por otra parte, y dejando de lado estos casos tan extremos, creo que la PS es una buen enfoque, no solo para la docencia, sino para nuestra vida cotidiana. Tratar a los demás con ese respeto, comprender que existen maneras de pensar diferentes a las nuestras y considerar que estas también pueden estar bien, es la base para un buen entendimiento . A menudo no nos damos cuenta, pero nos pasamos la vida intentando convencer a los demás de que nuestra manera de hacer las cosas es la mejor. En casa, en el trabajo en la calle, tratamos de imponer a los demás nuestros criterios,
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hasta en las cosas más simples. Si lo pensamos bien, con esos cimientos es imposible construir un futuro compartido. La tutorización y el trato con las familias es uno de los temas más peliagudos en el trabajo de un maestro. Desde una visión sistémica podemos acercarnos más a estas nuevas realidades, no como un juez o un intruso, sino como un invitado o un compañero de viaje. Desde esta visión se defiende que para entendernos no tenemos porque estar de acuerdo en todo, sino tratar de tender puentes por los que nuestros niños puedan ir y volver sin miedo de perder a ninguno de los dos extremos, y tomando lo mejor de ambos. Esta metodología es complicada, hay que trabajar mucho nuestra actitud con tolerancia, asertividad y respeto, pero creo que merece la pena. Yo desde hoy he decidido tratar de ser un poquito más sistémica, y me gustaría que vosotros pensarais igual, aunque si no es así, pues también está bien y os respeto :)


Enlaces de interés:
http://www2.hellinger.com/es/home/bert-hellinger/bert-hellinger/
http://www.migatocalcetines.es/2007/02/16/los-ninos-son-increibles-si-creemos-en-ellos/
http://www.domus.cudec.edu.mx/pedagogia-sistemica/pedagogia-sistemica/origen-y-desarrollo

Videos:
https://www.youtube.com/watch?v=b92JYbKjxq0
https://www.youtube.com/watch?v=-VDXCbvOgEY

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